El Pescatero Amando Castro: pescado, marisco… y almuerzos que valen por tres

Un clásico del polígono que hay que reservar sí o sí

Si preguntas en Aranda dónde comer buen pescado, hay un nombre que sale rápido: El Pescatero Amando Castro. Situado en pleno polígono industrial, podría parecer un lugar discreto… pero es, en realidad, uno de los referentes gastronómicos más sólidos de la zona.

Entre semana, el comedor se llena de currantes fieles que ya saben lo que hay. Y el fin de semana, si no reservas, probablemente te quedes fuera: vienen los mismos, pero ahora acompañados de sus familias.

Una carta que huele a mar desde la puerta

Su carta está centrada en lo que mejor saben hacer: pescados frescos y mariscos bien tratados. Raciones generosas, sin adornos innecesarios, con el punto justo de plancha o fuego, y ese sabor a producto que habla por sí solo.

Si te gusta el pescado, este es tu sitio. Y si no te gustaba, cuidado, porque puede que te empiece a gustar aquí.

Almuerzos para ponerse la servilleta en el pecho

Además de comidas y cenas, también sirven almuerzos. Pero ojo, no estamos hablando de un café con tostada. Aquí los almuerzos son de los de ponerse la servilleta en el pecho y atacar con cuchillo y tenedor.

Perfectos para empezar el día con energía… y con sabor a mar.

Detalles y curiosidades

  • Ubicado en el polígono industrial de Aranda, frecuentado por trabajadores de la zona.
  • Muy concurrido entre semana, y aún más los fines de semana con familias.
  • Imprescindible reservar si no quieres quedarte fuera.
  • Especialidades: pescado fresco, marisco y platos marineros de calidad.
  • Sirven almuerzos contundentes además de menú diario y carta.
  • Un sitio que nunca defrauda, y que muchos consideran ya “de la familia”.

Donde el mar tiene acento ribereño

El Pescatero Amando Castro no está en el centro ni falta que le hace. Su cocina lo dice todo. Aquí no vienes por las vistas, vienes por el mejor pescado y marisco servido con autenticidad y oficio.

Un lugar de confianza, de los que se recomiendan con los ojos cerrados. Y con razón.

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