Casa del Sr. Ayala: el literato de azulejos que paseaba en capa

Un personaje inolvidable en la calle Barcelona

En la tranquila calle Barcelona se encuentra una casa privada que pasa desapercibida en los mapas oficiales, pero muy reconocida por los arandinos: la antigua morada de Julián Ayala Cuevas, conocido como “El Ayala”, un personaje entrañable que caminaba por la villa vestido con capa y cabello blanco, construyendo su propia leyenda local.

El autor de los azulejos de Aranda

Una de sus pasiones más reconocidas fue escribir frases y refranes, que luego imprimía en azulejos. Estos azulejos adornan numerosas fachadas y establecimientos de la ciudad, así como estanterías en tiendas de regalo. Se han convertido en una huella visible de su ingenio, sentido común y coquetería literaria.

Un personaje pintoresco y querido

Nacido en 1935 y fallecido en 2017, Julián Ayala fue figura clave en la vida cotidiana de Aranda. Vestido con capa, con su variedad de sombreros y atuendos llamativos, se ganó el respeto y el cariño de vecinos y visitantes. Co-fundador de peñas como Sol y Sombra y El Chilindrón, mostró un compromiso cultural profundo .

Una fachada de frases

La casa en Barcelona, nº 1 (antes Centeno) presenta una fachada decorada con montones de azulejos cerámicos, cada uno con una frase escrita por él o célebremente atribuida. Entre las más famosas se encuentran:

  • “La verdad será perseguida pero jamás vencida.”
  • “El dinero no dá la felicidad. Pero calma los nervios.”
  • “La vida es lucha. Cuando cesa la lucha, desaparece la vida.” (J. A. C.)

Un auténtico “repertorio de sabiduría popular” reflejado en cerámica .

Curiosidades

  • Era amante de la lectura: El Quijote y El Empecinado eran sus libros favoritos.
  • En su juventud, trabajó en la Compañía Azucarera y Casas de moda, antes de volver como jefe de personal en construcción y seguros .
  • Su casa es lugar de paso en visitas guiadas por el casco histórico, aunque permanece en propiedad privada.

Un legado de palabras y sonrisa

La Casa del Sr. Ayala no es un edificio emblemático en el sentido formal, pero guarda la memoria de un hombre que convirtió sus frases en parte del lenguaje urbano. Un símbolo de la cultura informal de Aranda, de esa chispa de humor y reflexión que adorna la vida cotidiana.

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